¡Te quiero mucho, María Madre de Dios!
Una de las cosas que más me alejaron de la iglesia católica es esa obsesión que tienen algunos (mas no todos) de rezarle a María y a los santos. Desde pequeña incluso mi mamá se daba cuenta de que yo en todo caso le rezaría a Dios, y no a alguien que no es Dios. Eso me hizo no tenerle devoción a ningún santo ni nada por el estilo, y vaya que mi familia es súper devota de San Juan Pablo II.
Ahora que soy Metodista, se continúa esta noción de únicamente rezar y adorar a Dios, y no a nadie más, por lo que ya no tengo ningún conflicto con ello y estoy bastante cómoda así. He visto a católicos afirmar que no se trata tanto de “rezar” ni de “adorar”, sino de “pedir que la Virgen rece por ti”, bajo el argumento de que Dios le hace más caso a María que a nosotros, algo con lo que no estoy de acuerdo porque entonces eso significaría una jerarquía que el Nuevo Testamento dice muy claramente que no existe1. Personalmente yo no estoy en contra de que los católicos, o los cristianos, o quien sea, le recen o adoren a quien quieran. Sólo yo no lo hago porque eso no va conmigo.
A pesar de esto, tampoco me agrada que en diversos círculos evangélicos se menosprecie a María como “una simple humana” o “alguien que no es especial”. Incluso he visto a cristianos que la insultan y se burlan de ella, y sinceramente eso me avergüenza muchísimo. María es definitivamente una de las figuras más importantes del cristianismo, porque sin ella no habría venido Cristo, así de fácil. Si María se hubiera rehusado a ser la Madre de Dios, Cristo no habría venido a nosotros. Si nos burlamos de ella entonces somos pésimos cristianos, ya que entonces no sabemos valorar la labor tan grande e importante que ella realizó.
No la llamo a menudo “la Virgen” (sólo a veces, y en contextos informales) porque eso sería reconocer la doctrina que afirma que María fue virgen toda su vida. Si bien yo estoy de acuerdo en que María fue virgen antes, durante y después del nacimiento de Jesús, no me parece que haya nada (ya sea por ignorancia, o porque en verdad no hay nada) que demuestre que lo siguió siendo por el resto de su vida. Personalmente pienso que si su intención era quedarse virgen para siempre, entonces no habría tenido sentido haberse casado, tomando en cuenta también el propósito del matrimonio en esa época y en ese lugar. Además, la biblia menciona en repetidas ocasiones que Jesús tuvo hermanos, que es un tema del que hablaré más a fondo en entradas futuras.
Tampoco estoy de acuerdo con la doctrina de la Inmaculada Concepción, que fue literalmente establecida en 18542, y que por ende es una invención de la iglesia católica. La idea del pecado original es muy problemática y tengo una opinión muy particular al respecto, y la doctrina de la Inmaculada Concepción es incluso más problemática, por lo que, si bien respeto a quien mantiene esas creencias, personalmente prefiero apartarme de dichas doctrinas.
Aún con todo esto, reconozco que María es la Madre de Dios (Theotokos), “bendita entre las mujeres”, y la Madre de todos los creyentes, y la admiro como una de las personas más importantes en la historia, porque sin ella se nos acaba la guachafita a todxs. La aprecio y admiro muchísimo, sólamente no le rezo. Pero eso no quita ni resta su importancia. María es un ejemplo a seguir, y es alguien que merece mucho aprecio y respeto. ¡Te quiero mucho, María Madre de Dios!